Un nuevo orden mundial desde la óptica rusa

 

Elisabeth Hellenbroich*

“¿Cómo ganar una guerra fría?” es el título de un ensayo del influyente estratega ruso Serguéi Karaganov, decano de la Escuela de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Investigaciones rusa, publicado el 14 de septiembre en la revista Russia in Global Affairs. El autor desarrolla en su estudio el concepto de una nueva política de relaciones exteriores, con la cual Rusia podría contribuir en la construcción de una “nuevo orden mundial.”

Su tesis principal es la de que el mundo confronta una “nueva Guerra Fría” sin vencedores y, por lo tanto, aconseja a Rusia a emplear activamente sus avances estratégicos actuales para ayudar en la construcción de un nuevo orden mundial. “Es la hora de elaborar un nuevo concepto de política exterior, ya que la anterior se agotó, es más bien un ritual que una guía de acción.”

Hay muchas repeticiones de la Guerra Fría, dice Karaganov, en particular programas de expansión militar planeados para atraer a Rusia a una nueva carrera armamentista, como ocurrió en el pasado, así como las sanciones económicas contra el país y la firme campaña de propaganda de la prensa destinada a minar la imagen internacional rusa por medio de una serie de provocaciones. Afirma que mientras la Unión Soviética sufrió una “derrota estratégica” hace tres décadas, “la Rusia de hoy tiene todas las oportunidades de éxito, no actúa por sí misma, sino como la vanguardia de un mundo no occidental que está emergiendo y afirmándose en un escenario internacional.” Esto se refiere a la nueva “alianza Rusia-China” y a la Unión Económica Euroasiática, abierta a la adhesión de nuevos integrantes, incluso europeos, así como al nuevo papel de Rusia en Medio Oriente.”

El autor recalca que Occidente está preparando una especie de “acción de retaguardia,” contra China, cuyo ascenso ayudó a pavimentar. Pero, para “alcanzar a China,” Occidente tiene que “sacar antes a Rusia del camino, manteniéndola aplastada y derrotada moralmente. Karaganov sitúa este cuadro en el contexto del balance mundial de la situación de poder, que cambió radicalmente en los últimos 10 ó 15 años; periodo en el que Rusia pudo “restaurar su capacidad estratégica y su voluntad de luchar por sus propias soberanía y seguridad.”

“Aunque la última Guerra Fría terminó con el desmembramiento de la URSS, en la década de los años noventas, por arrogancia, triunfalismo y falta de visión intelectual, Occidente perdió la oportunidad histórica de no responder al deseo de la élite y de la sociedad rusa de unirse el mundo occidental en términos decentes. Occidente, en esencia, exigió a Rusia una subordinación económica, ideológica y geopolítica, al extremo de limitar su soberanía, lo que estaba claramente en desacuerdo con la tradición histórica del país. A pesar de ello, en un periodo relativamente corto, Rusia recuperó su condición de líder mundial, en gran parte debido a la restauración de su capacidad militar, lo que cambió radicalmente el equilibrio global de poder.”

“Por si fuera poco, en los últimos años sucedió un cambio de valores fundamental en la élite occidental, con la decisión de poner en primer lugar el individualismo, la tolerancia dogmática y el cosmopolitismo, combinado con el rechazo de la fe, de la familia y de otros principios tradicionales. La mayoría de los nuevos valores se fundan en valores post modernistas que la mayor parte de los ciudadanos rusos y no occidentales ignora y considera “ajenos a sus tradiciones locales.” Karaganov sitúa tales argumentos dentro de lo que percibe como la crisis de Occidente, el malestar entre la clase media y la erosión de los ideales democráticos.

 

 ¿Cómo salir de la carrera armamentista?

El autor observa que uno de los problemas actuales de Rusia es que no se puede dar el lujo de seguir “clavada a Occidente y en el deseo de contraatacar,” sino que, en lugar de esto, debe “estimular el crecimiento económico y el progreso de su bienestar social.” En comparación a la Guerra Fría, cuando la mayoría de los ciudadanos soviéticos vivía con patrones de vidas malos, la situación mejoró en las últimas dos décadas. “La mayoría de las personas vive modesta e incomparablemente mejor que en los tiempos soviéticos,” dijo.

Una de las principales razones de esa relativa prosperidad, afirma, fue el fin de la carrera armamentista, que sangró a la economía soviética, y el abandono de la dispendiosa política exterior fundada en dogmas ideológicos. La economía soviética era esencialmente una economía de guerra, con gastos de casi un cuarto del PIB en defensa (equivalente a 5 ó 6 veces el presupuesto actual del sector) y el desperdicio de enormes sumas de dinero para subsidiar a los países socialistas y del Tercer Mundo, antes del derrumbe de la URSS. Con la desaparición de “aliados confiables y caros” en Europa Oriental, un enorme fardo fue retirado de sus espaldas y Rusia realizó reformas militares para crear fuerzas armadas menos dispendiosas, pero mucho más eficientes, bajo los aspectos técnicos militares, psicológicos y morales (descontando el costo de las intervenciones en Ucrania y en Siria).

Para Karaganov, Rusia es la triunfadora de la actual carrera armamentista, por “haber creado una nueva generación de sistemas estratégicos de alta precisión, en especial los híper sónicos, anunciados por el presidente Vladimir Putin en primero de marzo de 2018. (…) Rusia venció de hecho en la carrera armamentista, sin ser atraída a ella.” Además, resalta, las sanciones económicas –que, del lado europeo, pueden durar años- facilitaron una “exitosa substitución de importaciones” en ciertas actividades, en particular la agricultura, y ayudaron a mejorar la seguridad alimentaria del país.

Y, por otro lado, estratégicamente, las operaciones rusas en Siria fortalecieron su posición en Medio Oriente, en general, al mismo tiempo en el que el país volteaba hacia un Asia en ascenso. Esto significa que la élite rusa ya no se siente “una periferia europea,” sino que se vuelve cada vez más “centro euroasiática.” Karaganov prevé que los volúmenes de comercio con Europa y Asia se estabilizarán en algunos años.

 

La premisa del pensamiento de Karaganov

Se funda en la comparación con la Guerra Fía anterior, cuando Rusia estaba contra Occidente y contra China, “ahora, Rusia y China establecieron de hecho relaciones de sociedad próximas a una alianza. China está casi destinada a convertirse en el país número uno del mundo en términos de poder agregado, dentro de diez o quince años.” Karaganov concluye que la “inevitable rivalidad entre Washington y Pequín, probablemente, dará a Moscú nuevas oportunidades de política exterior y ampliará su espacio de maniobra ahora reducido por el gran enfrentamiento con Occidente.” Si China se convierte en la “primera entre iguales” en la gran Eurasia y sigue comprometida en mantener un estado de equilibrio, “los dos países mantendrán una relación estrecha, la cual seguirá alterando radicalmente el equilibrio mundial de poder.”

Desde el punto de vista de Karaganov, Rusia no debería ni paralizarse en una posición anti estadounidense, ni seguir un “centrismo europeo,” lo que, mientras tanto, no significa “el fin de la cooperación útil –cultural, educativa y económica.” Según él, debería de haber “iniciativas políticas estratégicas conjuntas y, a mediano plazo, los socios europeos interesados deberían ser incluidos en los proyectos euroasiáticos, pues, para ellos, esta podría ser la única forma de mantener dinámicas positivas y conservar su peso internacional.”

La posición de Karaganov es que Rusia debería “diversificar sus actividades e instrumentos económicos extranjeros, para hacerse tan independiente de las instituciones occidentales como sea posible.” Debe “unir a sus socios para construir nuevas sociedades: profundizar y ampliar la Organización de Cooperación de Shanghái y la Unión Económica Euroasiática, y mostrar al mundo su visión de futuro, no sólo por medio de actos decididos, como en Ucrania y Medio Oriente.”

Concluye el ensayo subrayando que Rusia necesita de “paciencia estratégica” y que, en general, “la situación está cambiando a nuestro favor y los acuerdos futuros podrán ser más ventajosos que los ofrecidos ahora. No puede haber una victoria completa en una guerra fría y, por lo tanto, debe cerrarse e términos que sean aceptables para todos.”

*MSIA INFORMA

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